El 31 de marzo es el día del Cáncer Colorrectal. La patología oncológica más frecuente en la población española (unos 45000 casos se detectan cada año) y presenta una supervivencia a 5 años del 64% en nuestro país, algo por encima de la media europea).
En los últimos años hemos asistido a un incremento de su incidencia pero también de supervivencia; los motivos que se achacan para esta reducción de la mortalidad son los nuevos tratamientos y las campañas de prevención (diagnóstico precoz).
Durante los últimos años se ha peleado mucho desde diferentes entornos sociosanitarios (sociedades científicas, de pacientes y al Alianza para la Prevención del Cáncer de Colon) para convencer a las autoridades sanitarias que la inversión en prevención poblacional de este tumor es coste-eficaz para el sistema sanitario y un beneficio directo para la población española.
En estos momentos todas las comunidades autónomas disponen de programas poblacionales de prevención de cáncer colorrectal aunque en diferentes momentos evolutivos. Este esfuerzo realizado por todos los elementos sociales implicados estaba empezando a dar frutos con el incremento de diagnósticos de tumores en estadios precoces y eliminación de lesiones premalignas. Sin embargo, la aparición en marzo del 2020 de la pandemia por Covid19 está produciendo un grave problema asistencial.
Ante el aluvión de pacientes infectados, todos los recursos sanitarios se dirigieron a contener la pandemia e intentar aminorar las consecuencias de la misma. Uno de los aspectos sanitarios que se vio más afectado, y de manera más inmediata, fueron las campañas de prevención. Los programas de detección precoz de cáncer de mama y colon se tuvieron que suspender ante la reorientación de recursos sanitarios además de los propios problemas de logística propios de campañas de este tipo (desinfección, distanciamiento,…).
Además, los pocos casos que se podían diagnosticar precozmente tenían que luchar por encontrar un quirófano en los que poder ser intervenidos.
Todos estos aspectos conllevan una reducción del 20% y 30% del número de nuevos casos de cáncer diagnosticados durante la pandemia (datos publicados por diferentes países, entre ellos uno de la SEOM en colaboración con otras sociedades científicas).
Estos pacientes están ahí y en los próximos meses, de hecho ya lo estamos viendo, acudirán a los hospitales con tumores en estadios más avanzados, reduciendo sus opciones de curación.
Este problema no sólo afecta a lo más importante: la cantidad y calidad de vida de los pacientes sino que el impacto económico en el sistema sanitario va a ser muy importante, dado el alto coste que tiene el tratamiento de estadios avanzados.
Está claro que la pandemia nos ha pillado a todos por la espalda y que se ha tenido que trabajar en tiempo real para optimizar los recursos; sin embargo, no podemos permitir que se repita esta catástrofe y deberemos diseñar programas seguros para que, independientemente de pandemias, la población tenga acceso a programas de prevención que nos pueden salvar la vida.